Rusia ha expresado su preocupación ante los recientes ejercicios militares iniciados por la OTAN, calificándolos como una “amenaza” para el país. El Kremlin ha afirmado que tomará medidas en respuesta a estas actividades militares de la Alianza, que se consideran las más grandes desde la Guerra Fría. Este pronunciamiento refleja las tensiones crecientes entre la OTAN y Rusia, exacerbadas por el conflicto en Ucrania y la percepción de una posible agresión rusa hacia otros países miembros de la OTAN.
Las relaciones entre la OTAN y Rusia se han deteriorado significativamente desde la ofensiva rusa en Ucrania en 2022. La Alianza ha lanzado el ejercicio militar “Steadfast”, movilizando a 90.000 soldados para simular ataques, lo que ha sido interpretado como una respuesta a la posibilidad de agresión rusa contra países miembros de la OTAN. Esta situación ha generado preocupación en Europa, especialmente ante el posible escenario de un conflicto armado.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha destacado que la OTAN es percibida como una herramienta de confrontación, especialmente debido a su despliegue militar cercano a las fronteras rusas durante décadas. El ejercicio “Steadfast” busca simular la capacidad de respuesta de la Alianza frente a una amenaza, involucrando a un gran número de tropas y recursos militares.
En este contexto, la preocupación por una posible invasión rusa a un país miembro de la OTAN se intensifica, con especial atención a la preparación y capacidad de defensa de Europa ante tal escenario. Los análisis sugieren que la situación podría volverse crítica en los próximos años, con Rusia reforzando su poder militar y la OTAN enfrentando desafíos para garantizar la seguridad en la región.