El rearme europeo es respaldado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien propone destinar fondos para fortalecer la industria militar del continente. Se busca aumentar las compras de armamento a fabricantes europeos y promover la cooperación en este sector. Esta estrategia refleja la creciente influencia de la derecha en Europa y la priorización de la seguridad sobre otros aspectos.
La militarización de Europa se materializa a través de la Estrategia Industrial Europea de Defensa y el Programa Europeo Industrial de Defensa, con el objetivo de potenciar la producción militar en caso de crisis. La incorporación de Suecia a la OTAN refuerza estos planes, ofreciendo un mayor protagonismo al norte de Europa en la estrategia de defensa comunitaria.
La OTAN realiza maniobras en el Ártico como advertencia hacia Rusia, mostrando la determinación de Occidente en el conflicto. Sin embargo, Rusia advierte que cualquier enfrentamiento armado con Occidente tendría consecuencias graves. Mientras tanto, Turquía propone una conferencia de paz para buscar una solución diplomática al conflicto, aunque las posibilidades de éxito son inciertas.
En este contexto, las propuestas de enviar tropas europeas a Ucrania y las advertencias sobre una posible guerra entre la OTAN y Rusia aumentan la incertidumbre sobre el futuro de la región. La situación se torna cada vez más compleja, con diversos actores buscando influir en el desenlace del conflicto sin una solución clara a la vista.