Rosario es considerada la ciudad más violenta de Argentina, con una tasa de homicidios que supera significativamente el promedio nacional. La rivalidad entre las bandas criminales asociadas al narcomenudeo ha exacerbado la situación, con un aumento de la violencia que ahora se extiende también al centro de la ciudad. Este fenómeno ha sido facilitado por la infiltración del narcotráfico en diversos niveles del Estado provincial, lo que ha minado los esfuerzos por combatirlo.
Expertos en seguridad señalan la necesidad de una política integral para abordar el problema del narcotráfico en Rosario, que incluya no solo medidas represivas, sino también acciones para desarticular las estructuras criminales, combatir el lavado de dinero y promover el desarrollo social en los barrios más afectados. Sin embargo, hasta el momento, estas estrategias no han sido implementadas de manera efectiva, dejando a la ciudad sumida en la violencia y la inseguridad.
La situación en Rosario ha generado comparaciones con otras ciudades afectadas por el narcotráfico, como Medellín en Colombia. Aunque la violencia en Rosario aún no alcanza los niveles de Medellín en su peor momento, el temor y la impotencia de la población son palpables. La falta de soluciones concretas por parte de las autoridades ha llevado a la población a expresar su frustración y a cuestionar las medidas implementadas hasta ahora.
En medio de este panorama, las opiniones sobre la estrategia del gobierno son divergentes. Mientras algunos apoyan medidas más represivas, otros advierten sobre los riesgos de militarizar la ciudad y el papel corruptor del narcotráfico en las fuerzas de seguridad. En definitiva, la situación en Rosario representa un desafío complejo que requiere respuestas integrales y coordinadas por parte de las autoridades para restaurar la paz y la seguridad en la ciudad.