Durante una conferencia de prensa matutina, el vocero presidencial Manuel Adorni destacó el respeto hacia el Papa, pero también afirmó que cada entidad busca lo mejor para Argentina desde sus respectivas funciones y responsabilidades. Se reconoció la distancia entre ambas perspectivas, lo cual puede llevar a desacuerdos en varios aspectos.
Las declaraciones del Papa sobre la situación en Rosario, donde mencionó “complicidades” políticas, judiciales y policiales en la escalada de violencia, fueron abordadas. Se señaló que estas complicidades son fundamentales para entender la situación actual en la ciudad.
El Papa llamó a “rehabilitar la política” y a investigar la corrupción que permite el caos en Rosario. Además, hizo hincapié en la importancia de un Poder Judicial independiente para abordar los problemas de corrupción y narcotráfico en la región.
Estas declaraciones no son las primeras discrepancias entre el Gobierno y la Iglesia. En fechas anteriores, se destacó que, si bien se respeta la posición del Papa como líder espiritual, existen diferencias en la visión de Estado y enfoque político.
Las opiniones del Gobierno y del Papa reflejan posturas divergentes sobre la situación en Rosario y los desafíos que enfrenta Argentina en términos de corrupción y seguridad. La discrepancia entre ambas entidades refleja la complejidad de los problemas que atraviesa el país y la diversidad de perspectivas sobre cómo abordarlos.