Recordó a las víctimas de los numerosos conflictos en curso en el mundo, haciendo hincapié en la necesidad de que Cristo resucitado guíe hacia la paz a las poblaciones afectadas. El Papa destacó la importancia del respeto al derecho internacional y abogó por un intercambio humanitario de prisioneros entre Rusia y Ucrania, así como por el acceso de ayuda humanitaria a Gaza y la liberación de los rehenes.
Enfatizó la gravedad de las hostilidades que afectan a la población civil, especialmente a los niños, y rogó por el cese de la violencia en diferentes regiones del mundo, desde Siria hasta Haití. Asimismo, hizo un llamamiento para que las diferencias étnicas, culturales y religiosas no sean motivo de división, promoviendo la reconciliación y la fraternidad entre los pueblos.
El mensaje del Papa también incluyó una reflexión sobre la situación en África, donde la sequía y el hambre amenazan a amplias zonas, y en los Balcanes Occidentales, donde se vislumbran avances hacia la integración europea. Finalmente, el Papa Francisco no olvidó a los migrantes, los más vulnerables ante las crisis económicas y los conflictos, instando a encontrar esperanza y solidaridad en medio de las dificultades.