Las infecciones tempranas, hasta las cuatro hojas desplegadas, causan mayores daños en el cultivo, mientras que las infecciones en etapas avanzadas pueden disminuir el rendimiento en grano. Los síntomas principales del complejo de patógenos transmitidos por la chicharrita incluyen el acortamiento de los entrenudos y la disminución del tamaño de las espigas, lo que afecta la altura y la inserción de las mismas.
La consistencia corchosa de los marlos afectados dificulta la operación de la trilla y sobrecarga la sección de separación durante la cosecha. Por tanto, es fundamental evaluar el destino del grano y realizar una cosecha oportuna para evitar la pérdida de calidad e inocuidad. Además, se debe prestar especial atención a las regulaciones de la maquinaria cosechadora para minimizar las pérdidas de rendimiento y mejorar la calidad comercial.
Expertos del INTA señalan la importancia de caracterizar el tipo de daño en los lotes afectados y cuantificarlo para evaluar la necesidad de configurar la cosechadora de manera diferencial. Esto implica trabajar en la regulación del cabezal recolector para reducir las pérdidas ocasionadas por desgrane y desuniformidad de espigas. En este sentido, se destaca la utilización de cabezales de perfil chato para facilitar el proceso de cosecha.
Además, se recomienda ajustar laregulación de la trilla maicera de acuerdo con la humedad del cultivo, buscando obtener una trilla de calidad con el menor porcentaje de material extraño y reduciendo las pérdidas al mínimo. Desde el INTA, se enfatiza la importancia de realizar una cosecha oportuna de los maíces de fecha tardía, en torno al 18%-20% de humedad del grano, aproximadamente 35-40 días después de la madurez fisiológica.