Tras meses de escuchar ruidos y rasguños, la propietaria finalmente decidió investigar más a fondo. Contrató a un especialista en techos para desmontar la parte donde se observó la actividad sospechosa, preparándose para cualquier descubrimiento.
La tensión culminó cuando, tras una inspección cuidadosa, descubrieron no a una criatura monstruosa, sino a una mamá mapache y sus seis cachorros. El hallazgo fue una sorpresa, pues inicialmente, la apariencia de la garra había sugerido algo más siniestro.
A pesar de la explicación razonable, algunos espectadores siguieron escépticos, cuestionando cómo la garra vista en el video podría pertenecer a un mapache. Este incidente resalta cómo las apariencias pueden ser engañosas y la facilidad con la que el contenido viral puede ser malinterpretado.
La situación se resolvió con la reubicación segura de la familia de mapaches, demostrando la importancia de manejar con cuidado los encuentros con la vida silvestre en áreas urbanas. Este evento también subraya el papel de los profesionales en manejar situaciones que pueden parecer amenazantes pero son, de hecho, parte de la naturaleza cotidiana.