La presencia de la chicharrita en zonas más frías de Argentina plantea preocupaciones debido a su impacto negativo en los rendimientos del maíz. Sin embargo, hay una esperanza climática que podría jugar a favor de los agricultores: las bajas temperaturas. La chicharrita no soporta climas donde la temperatura desciende por debajo de los 4°C, lo cual es común en las regiones del sur durante el invierno.
Expertos de la BCR han observado que la plaga ha proliferado en años anteriores, pero esperan que el frío del año en curso contribuya a reducir su población. Esta reducción natural sería crucial para controlar la expansión de la chicharrita sin recurrir exclusivamente a métodos químicos, lo que beneficia el equilibrio ecológico y reduce los costos para los agricultores.
A pesar de estas perspectivas, la amenaza de la chicharrita sigue siendo significativa, y su capacidad para adaptarse a diferentes climas y condiciones sigue siendo una preocupación central para el sector agrícola. La BCR y otras entidades siguen monitoreando la situación, proporcionando información crucial para la toma de decisiones en el manejo de cultivos.
El avance del frío puede ser una ventaja temporal, pero el manejo integrado de plagas sigue siendo esencial para controlar la chicharrita de manera efectiva. Las autoridades agrícolas continúan recomendando vigilancia y adaptación de estrategias de control, considerando tanto las prácticas químicas como las naturales para mantener la salud de los cultivos.