En la capital, Porto Alegre, y otras ciudades densamente pobladas como Canoas y Caxias del Sur, el agua ha sobrepasado los cinco metros de altura. La situación ha desplazado a más de 134,300 personas, perdiendo muchas de ellas sus hogares.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha prometido que la burocracia no obstaculizará las labores de recuperación y ha comprometido todos los recursos necesarios para la región. Además, ha visitado la zona afectada acompañado de varios ministros y líderes legislativos.
El Congreso brasileño está considerando votar medidas extraordinarias de auxilio financiero esta semana para apoyar a los afectados. Mientras tanto, la situación continúa siendo crítica, con amplias áreas sin electricidad y con escasez de agua potable.
La tragedia ha movilizado a numerosos voluntarios que, utilizando pequeñas embarcaciones y motos acuáticas, han rescatado a muchas personas atrapadas. Las autoridades continúan trabajando en las labores de rescate y asistencia a las víctimas.