Los residentes de Gaza, ya desplazados en múltiples ocasiones desde el comienzo de la guerra, buscan refugio en una zona donde, según la ONU, “no hay lugar seguro”. El último ataque de Israel antes del amanecer intensificó el miedo y la urgencia de evacuar, especialmente en áreas fronterizas como Rafah, donde la densidad poblacional agrava la crisis.
La agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa) describe a las personas como “agotadas, hambrientas y constantemente asustadas”. Estas condiciones se agravan por el cierre del paso fronterizo de Rafah, crucial para la entrada de ayuda humanitaria y alimentos, mientras la población se enfrenta a la amenaza de hambruna.
La estrategia de Israel, dirigida por el primer ministro Benjamin Netanyahu, es destruir a Hamas, a quien considera una organización terrorista. La tensión escala con el anuncio de una gran operación en Rafah, coincidiendo con el aniversario de la creación del estado de Israel, lo que pone en perspectiva el prolongado conflicto en la región.
Este escenario resalta la extrema vulnerabilidad de los civiles en zonas de conflicto, donde la violencia continua y la falta de seguridad impactan profundamente en la vida diaria de miles de personas, haciendo eco de un llamado urgente a la comunidad internacional por apoyo y soluciones pacíficas.
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