El primer incidente involucró a un niño que se acercó a Ronaldo para pedir una foto, a lo que el jugador accedió con buen humor. Sin embargo, las siguientes interrupciones comenzaron a incomodar al astro portugués, especialmente cuando un joven lo tomó del cuello para una selfie.
Con cada nueva invasión, la molestia de Ronaldo se hizo más evidente. Un tercer fanático fue interceptado antes de lograr contacto con el delantero, mientras que el cuarto fue rechazado con un gesto de fastidio por parte del jugador.
Finalmente, el último intruso provocó una queja directa de Ronaldo a los efectivos de seguridad, quienes tardaron en controlar la situación. Estos incidentes no afectaron el resultado del partido, pero resaltaron la necesidad de mejorar las medidas de seguridad en los estadios.
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