La tendencia a que nazcan menos bebés en la Ciudad de Buenos Aires se acrecentó y la baja de la natalidad se ubica en 48,03% en lo que va del 2024.
En ese contexto, hubo 20.214 nacimientos en el primer semestre de este año, que representaron 18.885 menos que el mismo período de 2016.
La disminución de la tasa de la natalidad es importante (está por debajo de los niveles de la de reemplazo): en 2001 el promedio que se estimaba era de 2,1 hijos por mujer, mientras que en el último censo, realizado en 2022, determinó que se retrotrajera a 1,4 hijos.
Menos nacimientos y un alargamiento de la esperanza de vida, ya que hace treinta años había 29 personas mayores de 65 años por cada 100 bebés y niños, de 0 a 14 años, mientras que hoy hay 53 adultos, o más por cada 100, lo que plantea que la pirámide poblacional podría invertirse en los próximos años y que haya más adultos que niños.
Estos datos surgen de un informe reciente que presentó el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral (UA), en base a los datos del último censo y las Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Nación y distintos relevamientos sobre la percepción social de la maternidad.
La curva descendente porteña lleva así ocho años sin interrupción pero en 2023 se empinó, al caer casi un 50% respecto de 2022, según datos del Registro Civil. El año pasado nacieron en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires 43.075 bebés, lo que representa 33.226 menos que en 2016, y un marcado descenso en la ta de natalidad del 43,54%
Igualmente, a pesar de la notable merma, la solicitud de partidas de nacimiento sigue siendo el trámite más demandado en el organismo.
De este modo, en la ciudad capital, en el trienio 2020-2022 ninguna comuna supera el nivel de 1,4 hijos por mujer, de acuerdo con la tasa global de fecundidad de la Ciudad de Buenos Aires a cargo de la Dirección General de Estadística y Censos
En la comuna 5 (Almagro y Boedo) y la 6 (Caballito) no llegan a un hijo por mujer. Mientras en la comuna 4 (Barracas – Boca – Nueva Pompeya – Parque Patricios) y la 8 (Villa Lugano – Villa Riachuelo – Villa Soldati), tienen el mayor registro, con 1,4 hijos por mujer.
Los números hablan de una gran caída de la tasa de fecundidad que achica la base de la pirámide. A la vez, apunta a que la maternidad y el deseo de tener hijos llega a edades más avanzadas, y alcanza a menos cantidad de mujeres, por muchos factores.
Mientras que la esperanza de vida y la vida productiva se extienden y transforman, así, el significado de ser adulto mayor. Paradójicamente, en los próximos años, la Argentina atravesará un bono demográfico y tendría la oportunidad de que sus números macro mejoren. Al disminuir la cantidad de niños que habrá en la población, bajará la tasa de dependencia: temporariamente habrá más personas en edad activa.
Si esta pirámide no llegara a invertirse podría volverse en contra: en unos años, esos niños de la generación que decrece serán adultos dependientes: habrá menos personas activas que deberán sostener a los que se retiraron del mercado laboral y a los que todavía no ingresaron. Si no se consigue que los activos sean tres veces más productivos que hoy, la situación será complicada.
Una tasa de natalidad de 1,4 es crítica, porque en un país sano poblacionalmente se deberían tener al menos dos hijos, que es la tasa de reemplazo.
De acuerdo con las Naciones Unidas, casi la mitad de la población mundial vive en países de baja fecundidad. Corea del Sur es el país con la fecundidad más baja, hoy tiene un promedio de 0,7 hijos por mujer, y lo necesario para el nivel de reemplazo es 2,1.
Argentina con estas últimas cifras está en el doble de Corea, aunque por debajo del nivel de reemplazo. Se distingue entre fecundidad baja y una fecundidad muy baja, que es el caso de Chile, que ya está en menos de 1,2 hijos por mujer”.
Hay de fondo un problema generacional: la dificultad para encontrar el momento de la vida para tener hijos, que queda desfasado de la edad de la ventana reproductiva.
“Las actuales tasas de fecundidad, la menor cantidad de hijos en el hogar y la pérdida de vidas con el aborto alertan sobre los graves problemas de recambio poblacional a los que se enfrentará la Argentina en muy pocos años”, dice el informe de la UA que cita el Reporte interactivo de Estadísticas del Ministerio de Salud.
El reporte cuantifica la caída en 260.000 nacimientos menos al año en la última década. En 2005, a nivel país, eran unos 710.000 al año.
El número subió a 750.000 en 2014 pero cayó en picada los años siguientes: en 2022 nacieron 490.000 niños y niñas.
También disminuyó la cantidad de familias numerosas: en 2001, había 1.533.421 mujeres con más de cinco hijos. En 2022, fueron 608.617. En apenas dos décadas bajó un tercio la cantidad de hijos por cada mujer.
Se retrasó la edad de la maternidad, lo cual significa lograr menos embarazos. La mayor cantidad de nacimientos ocurridos desde 2021 a hoy fueron de mujeres de entre 25 y 29 años, seguidas por otras en el rango de los 30 a los 34 años.
Hace una década, la mayoría de los nacimientos ocurrían de mujeres de entre 20 y 24 años, seguidas por aquellas que tenía entre 25 a 29 años.
“Hoy la edad ideal percibida para tener hijos ronda los 29 años. Sin embargo, el 37% acuerda que no hay una edad específica que sea la mejor para tener hijos. Mientras que un 77% ve muy favorable que una madre tenga hijos después de los cuarenta”, detalla el informe.
El incremento en la edad de la maternidad va hacia un promedio de los 30 años para la búsqueda del primer embarazo, se indica en el informe.
“Esto prevé un futuro cada vez más proclive al uso de procedimientos médico-científicos para alcanzar la reproducción, con tasas de éxito inferiores al 50%”, se lee en el trabajo.
A pesar de los cambios sociales y médicos, la ventana reproductiva de la mujer sigue concentrada de los 20 a los 30 años.
Así una mujer que intente quedar embarazada a los 30 años tendrá una posibilidad de aproximadamente del 22% de lograrlo, mientras que una mujer de 42, solo tendrá un 6% de probabilidades”, apunta el informe de la UA.
“El descenso en la cantidad de hijos en el hogar también se refleja en la baja de las tasas de adopción. Así se pasó de 546 inscripciones de adopciones en el Registro Civil porteño en 1994, a tan solo 184 en 2022″, detalla el relevamiento.
La maternidad en menores de 19 años va en claro descenso en los últimos 10 años, señala. La reducción de más del 40%.
Entre de las razones que explican por qué nacen menos niños es el mayor acceso de toda la población a métodos anticonceptivos y la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, entre otras cuestiones.
“Para el 40% de las encuestadas (se cita un relevamiento de la consultora Voices de 2023) tener hijos es importante, pero no esencial, en tanto no es una opción o deseo importante para el 20% de las jóvenes.
“El deseo de tener hijos aumenta ligeramente en las mujeres de nivel socioeconómico bajo (20%), mientras que disminuye en el nivel medio (14%) y, sobre todo, en el alto (8%)”, se señala.
“El problema es la dificultad de encontrar un momento en la vida para tener hijos sin que eso signifique poner en pausa la carrera laboral o profesional”, indica.
En ese contexto, hubo 20.214 nacimientos en el primer semestre de este año, que representaron 18.885 menos que el mismo período de 2016.
La disminución de la tasa de la natalidad es importante (está por debajo de los niveles de la de reemplazo): en 2001 el promedio que se estimaba era de 2,1 hijos por mujer, mientras que en el último censo, realizado en 2022, determinó que se retrotrajera a 1,4 hijos.
Menos nacimientos y un alargamiento de la esperanza de vida, ya que hace treinta años había 29 personas mayores de 65 años por cada 100 bebés y niños, de 0 a 14 años, mientras que hoy hay 53 adultos, o más por cada 100, lo que plantea que la pirámide poblacional podría invertirse en los próximos años y que haya más adultos que niños.
Estos datos surgen de un informe reciente que presentó el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral (UA), en base a los datos del último censo y las Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Nación y distintos relevamientos sobre la percepción social de la maternidad.
La curva descendente porteña lleva así ocho años sin interrupción pero en 2023 se empinó, al caer casi un 50% respecto de 2022, según datos del Registro Civil. El año pasado nacieron en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires 43.075 bebés, lo que representa 33.226 menos que en 2016, y un marcado descenso en la ta de natalidad del 43,54%
Igualmente, a pesar de la notable merma, la solicitud de partidas de nacimiento sigue siendo el trámite más demandado en el organismo.
De este modo, en la ciudad capital, en el trienio 2020-2022 ninguna comuna supera el nivel de 1,4 hijos por mujer, de acuerdo con la tasa global de fecundidad de la Ciudad de Buenos Aires a cargo de la Dirección General de Estadística y Censos
En la comuna 5 (Almagro y Boedo) y la 6 (Caballito) no llegan a un hijo por mujer. Mientras en la comuna 4 (Barracas – Boca – Nueva Pompeya – Parque Patricios) y la 8 (Villa Lugano – Villa Riachuelo – Villa Soldati), tienen el mayor registro, con 1,4 hijos por mujer.
Los números hablan de una gran caída de la tasa de fecundidad que achica la base de la pirámide. A la vez, apunta a que la maternidad y el deseo de tener hijos llega a edades más avanzadas, y alcanza a menos cantidad de mujeres, por muchos factores.
Mientras que la esperanza de vida y la vida productiva se extienden y transforman, así, el significado de ser adulto mayor. Paradójicamente, en los próximos años, la Argentina atravesará un bono demográfico y tendría la oportunidad de que sus números macro mejoren. Al disminuir la cantidad de niños que habrá en la población, bajará la tasa de dependencia: temporariamente habrá más personas en edad activa.
Si esta pirámide no llegara a invertirse podría volverse en contra: en unos años, esos niños de la generación que decrece serán adultos dependientes: habrá menos personas activas que deberán sostener a los que se retiraron del mercado laboral y a los que todavía no ingresaron. Si no se consigue que los activos sean tres veces más productivos que hoy, la situación será complicada.
Una tasa de natalidad de 1,4 es crítica, porque en un país sano poblacionalmente se deberían tener al menos dos hijos, que es la tasa de reemplazo.
De acuerdo con las Naciones Unidas, casi la mitad de la población mundial vive en países de baja fecundidad. Corea del Sur es el país con la fecundidad más baja, hoy tiene un promedio de 0,7 hijos por mujer, y lo necesario para el nivel de reemplazo es 2,1.
Argentina con estas últimas cifras está en el doble de Corea, aunque por debajo del nivel de reemplazo. Se distingue entre fecundidad baja y una fecundidad muy baja, que es el caso de Chile, que ya está en menos de 1,2 hijos por mujer”.
Hay de fondo un problema generacional: la dificultad para encontrar el momento de la vida para tener hijos, que queda desfasado de la edad de la ventana reproductiva.
“Las actuales tasas de fecundidad, la menor cantidad de hijos en el hogar y la pérdida de vidas con el aborto alertan sobre los graves problemas de recambio poblacional a los que se enfrentará la Argentina en muy pocos años”, dice el informe de la UA que cita el Reporte interactivo de Estadísticas del Ministerio de Salud.
El reporte cuantifica la caída en 260.000 nacimientos menos al año en la última década. En 2005, a nivel país, eran unos 710.000 al año.
El número subió a 750.000 en 2014 pero cayó en picada los años siguientes: en 2022 nacieron 490.000 niños y niñas.
También disminuyó la cantidad de familias numerosas: en 2001, había 1.533.421 mujeres con más de cinco hijos. En 2022, fueron 608.617. En apenas dos décadas bajó un tercio la cantidad de hijos por cada mujer.
Se retrasó la edad de la maternidad, lo cual significa lograr menos embarazos. La mayor cantidad de nacimientos ocurridos desde 2021 a hoy fueron de mujeres de entre 25 y 29 años, seguidas por otras en el rango de los 30 a los 34 años.
Hace una década, la mayoría de los nacimientos ocurrían de mujeres de entre 20 y 24 años, seguidas por aquellas que tenía entre 25 a 29 años.
“Hoy la edad ideal percibida para tener hijos ronda los 29 años. Sin embargo, el 37% acuerda que no hay una edad específica que sea la mejor para tener hijos. Mientras que un 77% ve muy favorable que una madre tenga hijos después de los cuarenta”, detalla el informe.
El incremento en la edad de la maternidad va hacia un promedio de los 30 años para la búsqueda del primer embarazo, se indica en el informe.
“Esto prevé un futuro cada vez más proclive al uso de procedimientos médico-científicos para alcanzar la reproducción, con tasas de éxito inferiores al 50%”, se lee en el trabajo.
A pesar de los cambios sociales y médicos, la ventana reproductiva de la mujer sigue concentrada de los 20 a los 30 años.
Así una mujer que intente quedar embarazada a los 30 años tendrá una posibilidad de aproximadamente del 22% de lograrlo, mientras que una mujer de 42, solo tendrá un 6% de probabilidades”, apunta el informe de la UA.
“El descenso en la cantidad de hijos en el hogar también se refleja en la baja de las tasas de adopción. Así se pasó de 546 inscripciones de adopciones en el Registro Civil porteño en 1994, a tan solo 184 en 2022″, detalla el relevamiento.
La maternidad en menores de 19 años va en claro descenso en los últimos 10 años, señala. La reducción de más del 40%.
Entre de las razones que explican por qué nacen menos niños es el mayor acceso de toda la población a métodos anticonceptivos y la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, entre otras cuestiones.
“Para el 40% de las encuestadas (se cita un relevamiento de la consultora Voices de 2023) tener hijos es importante, pero no esencial, en tanto no es una opción o deseo importante para el 20% de las jóvenes.
“El deseo de tener hijos aumenta ligeramente en las mujeres de nivel socioeconómico bajo (20%), mientras que disminuye en el nivel medio (14%) y, sobre todo, en el alto (8%)”, se señala.
“El problema es la dificultad de encontrar un momento en la vida para tener hijos sin que eso signifique poner en pausa la carrera laboral o profesional”, indica.
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