“La inflación se mantenía baja por el contrabando desde Argentina”


El presidente boliviano, Luis Arce, permaneció el viernes ante las cámaras esperando en vano al exmandatario Evo Morales, a quien había invitado a dialogar para buscar una salida a la grave crisis política que vive Bolivia.
En un calculado gesto mediático, Arce y cuatro ministros permanecieron frente a una mesa vacía donde debía estar la delegación del “evismo”, el otro sector interno del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS). El presidente quería que quien fuera su aliado abandonara la marcha de sus seguidores rumbo a La Paz para pedir su renuncia. PERFIL entrevistó a José Gabriel Espinoza, economista y exdirector del Banco Central de Bolivia para dar contexto a esta crisis. La entrevista se emitirá en el programa Tan Lejos y Tan Cerca, que se emite los domingos a las 11 en Radio Perfil.
—¿Cómo entiende la crisis que está viviendo Bolivia?
—Es una pugna entre Luis Arce, el que fue el ministro de Economía de Evo Morales, y que después de la pandemia fue elegido como el candidato, y Evo Morales. Esa pelea, que era de baja intensidad, fue escalando rápidamente. Ya para finales del 2022, Arce y Morales habían tenido varias confrontaciones públicas. Cuando el socialismo retorna al poder en octubre del 2020 tenía la mayoría en el Congreso, pero en la pelea esta mayoría se termina dividiendo y hoy Luis Arce es incapaz de aprobar una ley.
—Y a ese contexto político, se le suma la crisis económica.
—Así es, Luis Arce señala el origen de la crisis económica en el hecho de que el Congreso no le aprueba más endeudamiento externo. Lo cierto es que la problemática económica de Bolivia viene ya de mucho tiempo atrás; desde el 2014 se señalaba la caída de las exportaciones de gas. Nuestros principales clientes eran Brasil y Argentina y, poco a poco, la oferta exportable de gas de Bolivia fue cayendo y los buenos precios también. Esto llevó a Bolivia a consumir sus reservas internacionales.
A diferencia del caso argentino, no se publican los datos, lo cual genera mucha más desconfianza por parte del pueblo y la emergencia de un tipo de cambio paralelo, algo muy similar a lo que vemos en el caso argentino, con la gran diferencia que en Bolivia el gobierno insiste en un tipo de cambio fijo y en subvenciones a los combustibles. La gasolina a tipo de cambio oficial hoy está en Bolivia en el orden de los 54 centavos de dólar. Esta diferencia entre el precio internacional y el precio que nosotros pagamos se ha cubierto con las reservas del Banco Central y estamos en una situación no solo de iliquidez, sino también de posibles desabastecimientos. Teníamos una inflación en promedio del 3% anual. Hoy, solamente en un mes, tuvimos una inflación de 1,6%. Y esto, en una población que no está acostumbrada a que los precios se muevan, ha despertado molestia. Las presiones inflacionarias están siendo aprovechadas por Evo para tratar de buscar una nueva reelección, algo que está prohibido para la Constitución.
—En estos días se estuvo realizando la “Marcha para salvar a Bolivia”, una movilización hacia La Paz y uno de los objetivos es pedir la renuncia de Arce.
—Lo que pasa es que Luis Arce ha dado muchos diagnósticos de la economía, hablando del sector privado, que no estaría aportando los dólares suficientes al país, o de la mala gestión del gobierno de Morales, tratando de desligarse de la responsabilidad que él tenía como ministro. También dio la problemática al contexto externo, incluso a las políticas de Javier Milei, con el control de la devaluación de la moneda argentina por los productos que entraban de contrabando desde Argentina y que permitían que la inflación de Bolivia se mantenga baja. Hoy eso ya no sucede.
—En este contexto, ¿qué consecuencias dejó el intento de golpe de Estado que sacudió a Bolivia hace unos meses?
—Si se miran las encuestas de popularidad del presidente Arce, se ha derrumbado después del levantamiento militar o de este falso golpe, como se califica acá en Bolivia, porque hay una posición muy clara, y yo diría mayoritaria de la población, de no creer que esto ha sido un golpe. Más allá de eso, junto a la problemática económica, viendo distintas encuestas, el presidente no tiene más del 10% de aceptación de su gestión. En algunos casos, se habla incluso del 6% de aceptación. Este es el nivel más bajo en la historia democrática de Bolivia.


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