Durante su estancia, el rey Carlos III y Camilla hicieron actividades como yoga, meditación y comida vegetariana para tener un “descanso de salud privado”, después del primer gran viaje al extranjero del Rey, desde que los médicos le encontraron un tumor.
El Centro de Salud Holística Internacional Soukya, que ofrece homeopatía, ayurveda y naturopatía, estaba reservado exclusivamente para la pareja real.
El centro cuenta con 25 habitaciones y es dirigido por Issac Mathai, médico consultor de Carlos. Los dos hombres comparten intereses en la comida orgánica y los terapias alternativos de medicina, como la naturopatía. Es más, fue invitado al funeral de la reina Isabel y a la coronación de Charles.
Se cree que esta es la novena o décima visita al retiro de Camilla, de 77 años. Ella había estado una semana con un grupo de amigos antes de reunirse con el Rey, de 72 años.
“Toda la comida y las hierbas se cultivan en nuestras instalaciones. Las comidas se preparan una hora antes de servirlas. No se guarda nada en el frigorífico. Todo es orgánico y fresco. Es puramente vegetariano y muy sencillo, basado en platos que mi mujer, nutricionista, ha ideado durante los últimos 30 años”, dijo Mathai a The Times.
Según sus propias palabras “los miembros de la realeza siempre han sido de mis clientes menos exigentes. Es un placer trabajar con ellos”.
Los allegados al Rey, que estuvo acompañado por dos médicos durante su viaje, comentan que ha adoptado un enfoque holístico para afrontar su enfermedad.
Un alto funcionario del Palacio dijo que el viaje levantado el estado de ánimo de Carlos, describiéndolo como “el tónico perfecto” tras su reciente gira por Australia y Samoa. El monarca quiso viajar hasta Oceanía para llevar a cabo numerosos actos oficiales.
Desde palacio han querido dejar claro que estos tratamientos que ha recibido Carlos en India no tienen nada que ver con su cáncer, y que él seguirá en Londres con su quimioterapia.
Una carta privada del rey Carlos III que se remata en Gran Bretaña revela sus creencias íntimas y su afinidad por la Iglesia Ortodoxa, en contraste con su rol como jefe de la Iglesia Anglicana tras la muerte de su madre, Isabel II.
A través de este escrito, se evidencia que sus ideas religiosas están más alineadas con las creencias de su padre, el príncipe Felipe, de fe ortodoxa, y de su abuela, Alice de Battenberg, quien se convirtió en monja ortodoxa.
En la carta, escrita en 1998, Carlos expresa su opinión de que la Iglesia Ortodoxa es la única denominación cristiana que “no ha sido corrompida por la repugnante corrección política”. Estas declaraciones, fueron realizadas mientras aún era Príncipe de Gales.
La carta, marcada como “privada y confidencial”, fue enviada desde el castillo de Balmoral a Dudley Popak, un diseñador de interiores que había trabajado con la familia real y que murió en 2005. La carta estaba entre una colección de correspondencia real vendida en subasta por Lay’s Auctioneers de Penzance, Cornwall, por más de 1.700 libras.
En su misiva, el entonces príncipe Carlos, con 49 años, menciona que su interés por las tradiciones de la Iglesia Ortodoxa ha crecido con el tiempo, resaltando que son las únicas que han mantenido su integridad. Aunque no se especifica qué políticas de la Iglesia de Inglaterra le habían molestado en 1998.
Además, en la misma carta, Carlos cuestionó los cultivos genéticamente modificados y señaló: “Toda la perspectiva de un futuro ‘Frankenstein’ (sic) me llena de una tristeza y una desesperación indescriptibles. Es el dinero lo que impulsa todo y la sabiduría ha sido desterrada ante un marketing aparentemente imparable”.
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