Un simulador de alta tecnología mostró que dentro de 200 millones de años dos continentes de la Tierra se fusionarán en uno solo.
El descubrimiento corrió por cuenta de especialistas de las Universidades de Pekín y Curtin.
La estructura general del planeta no está compuesta de un segmento único, sino de una serie de capas que van desde el núcleo interno hasta la superficie y no todas son iguales. Estas variaciones hacen que los continentes se muevan, que vayan cambiando de lugar.
Según la evidencia geológica, esto es algo que ya ha ocurrido en la Tierra, y que podría volver a suceder en aproximadamente 200 años.
Además de la sorpresa, este descubrimiento científico eliminará un mar por completo.
Según los expertos, este proceso ocasionará que, lo que conocemos hoy como el océano Pacífico, ya no exista, se cerrará.
Mucho antes de que se concrete ese cambio planetario, la NASA encontró una nueva forma de solucionar este problema con la ayuda de antiguos principios como el de Thomas Edison y Nikola Tesla, nueva tecnología y el uso de la Inteligencia Artificial.
Durante la Energy & Mobility Conference & Expo de Cleveland, la empresa ADC Energy USA en conjunto con la NASA presentó un proyecto innovador que busca aprovechar aquella energía que se pierde durante el proceso de generación eléctrica, mediante el uso de Inteligencia Artificial.
Para esto, es importante explicar cómo funciona este mecanismo. Y es que en la conversión de electricidad de corriente alterna a corriente continua existe hasta un 75% de pérdida de energía.
Esta gran cantidad de desperdicio genera un impacto negativo tanto en los costos operativos como en el medioambiente, ya que se requiere generar más energía para compensar las pérdidas.
En el pasado remoto, se reconocieron “continentes perdidos”, un concepto fascinante, más arraigado en la mitología, la literatura y la especulación pseudocientífica que en la geología o la ciencia convencional, como sería el caso de la Atlántida.
Descrito por primera vez por Platón en sus diálogos “Timeo” y “Critias”, era una isla o continente poderoso situado más allá de las “Columnas de Hércules” (lo que ahora conocemos como el Estrecho de Gibraltar) que se hundió en el océano en un solo día y noche de infortunio.
La Atlántida ha inspirado innumerables teorías y exploraciones, aunque la mayoría de los académicos la consideran una ficción creada por Platón para ilustrar sus teorías políticas, según describe National Geographic.
Otro ejemplo de popularidad similar es Lemuria, un hipotético “continente perdido” que, en el siglo XIX, algunos científicos creían que existía en el Océano Índico o el Pacífico para explicar la distribución geográfica de ciertas especies.
La idea de Lemuria, al igual que la de la Atlántida, ha sido ampliamente desacreditada en la comunidad científica.
Con todo, también hay “continentes perdidos” que son reales y han sido identificados por la ciencia.
En tanto, un grupo de geólogos de la Universidad de Utrecht, ubicada en los Países Bajos, anunció recientemente un fascinante descubrimiento: la localización del “continente perdido” de Argolandia.
Este continente perdido es en realidad un inmenso fragmento de tierra que se separó en el pasado del oeste de Australia cuando este formaba parte del antiguo supercontinente de Gondwana.
Gondwana era una masa de tierra que incluía no solo Australia, sino también Sudamérica, África, India y la Antártida.
Este emocionante hallazgo arroja nueva luz sobre la historia de la Tierra y la evolución de los continentes, proporcionando una perspectiva más completa de cómo se formaron y separaron a lo largo de millones de años.
En 2019, otro grupo de investigadores provenientes de las universidades de Utrecht y Oslo, junto con el Instituto de Geofísica ETH de Zúrich, logró realizar una impresionante reconstrucción de la historia del Gran Adria.
Este continente se encontraba ubicado hace aproximadamente 240 millones de años al sur de la Península Ibérica.
A pesar de que gran parte de este antiguo continente se halla sumergido en el Mar Mediterráneo, se han encontrado vestigios importantes en forma de piedras calizas y otras formaciones rocosas.
Estas evidencias se extienden desde la región de Turín hasta la punta de la bota que conforma la geografía italiana.
La conexión con el mar Adriático es la razón por la cual recibió su nombre, haciendo referencia a esta importante masa de agua.
Entre hace 100 y 120 millones de años, Gran Adria colisionó con la región que hoy conocemos como Europa.
Este impacto causó su fragmentación y el hundimiento parcial bajo el continente europeo.
De Gran Adria, solo un pequeño porcentaje de rocas, que fueron arrancadas durante la colisión, quedaron expuestas en la superficie terrestre para ser estudiadas por los geólogos. Estos restos constituyen ahora los cinturones montañosos de los Apeninos, algunas zonas de los Alpes, los Balcanes, Grecia y Turquía.
El continente de Zelandia, también conocido como Zealandia, Tasmantis o el continente de Nueva Zelanda, prácticamente quedó sumergido después de separarse de Asia hace aproximadamente 60-85 millones de años y de la Antártida hace unos 130-185 millones de años.
La mayor parte de este continente (alrededor del 90 %) finalmente se hundió en el océano Pacífico hace unos 23 millones de años.
En su máximo esplendor, Zelandia habría tenido una extensión de alrededor de 4 900 000 km², lo que lo hacía más grande que Groenlandia o la India en la actualidad, e incluso más grande que la mitad de Australia.
Se caracterizaba por su forma excepcionalmente larga y estrecha, que se extendía desde Nueva Caledonia en el norte hasta más allá de las islas subantárticas de Nueva Zelanda en el sur.
Actualmente, la mayor parte de Zelandia se encuentra bajo el agua, con Nueva Zelanda como la porción más grande que sobresale sobre el nivel del mar, seguida de Nueva Caledonia.
Estos hallazgos no solo han revelado los secretos geológicos de uno u otro continente perdido en la historia de la Tierra, sino que también proporcionan valiosas pistas sobre la evolución de las masas continentales y la dinámica de nuestro planeta a lo largo de millones de años.
El descubrimiento corrió por cuenta de especialistas de las Universidades de Pekín y Curtin.
La estructura general del planeta no está compuesta de un segmento único, sino de una serie de capas que van desde el núcleo interno hasta la superficie y no todas son iguales. Estas variaciones hacen que los continentes se muevan, que vayan cambiando de lugar.
Según la evidencia geológica, esto es algo que ya ha ocurrido en la Tierra, y que podría volver a suceder en aproximadamente 200 años.
Además de la sorpresa, este descubrimiento científico eliminará un mar por completo.
Según los expertos, este proceso ocasionará que, lo que conocemos hoy como el océano Pacífico, ya no exista, se cerrará.
Mucho antes de que se concrete ese cambio planetario, la NASA encontró una nueva forma de solucionar este problema con la ayuda de antiguos principios como el de Thomas Edison y Nikola Tesla, nueva tecnología y el uso de la Inteligencia Artificial.
Durante la Energy & Mobility Conference & Expo de Cleveland, la empresa ADC Energy USA en conjunto con la NASA presentó un proyecto innovador que busca aprovechar aquella energía que se pierde durante el proceso de generación eléctrica, mediante el uso de Inteligencia Artificial.
Para esto, es importante explicar cómo funciona este mecanismo. Y es que en la conversión de electricidad de corriente alterna a corriente continua existe hasta un 75% de pérdida de energía.
Esta gran cantidad de desperdicio genera un impacto negativo tanto en los costos operativos como en el medioambiente, ya que se requiere generar más energía para compensar las pérdidas.
En el pasado remoto, se reconocieron “continentes perdidos”, un concepto fascinante, más arraigado en la mitología, la literatura y la especulación pseudocientífica que en la geología o la ciencia convencional, como sería el caso de la Atlántida.
Descrito por primera vez por Platón en sus diálogos “Timeo” y “Critias”, era una isla o continente poderoso situado más allá de las “Columnas de Hércules” (lo que ahora conocemos como el Estrecho de Gibraltar) que se hundió en el océano en un solo día y noche de infortunio.
La Atlántida ha inspirado innumerables teorías y exploraciones, aunque la mayoría de los académicos la consideran una ficción creada por Platón para ilustrar sus teorías políticas, según describe National Geographic.
Otro ejemplo de popularidad similar es Lemuria, un hipotético “continente perdido” que, en el siglo XIX, algunos científicos creían que existía en el Océano Índico o el Pacífico para explicar la distribución geográfica de ciertas especies.
La idea de Lemuria, al igual que la de la Atlántida, ha sido ampliamente desacreditada en la comunidad científica.
Con todo, también hay “continentes perdidos” que son reales y han sido identificados por la ciencia.
En tanto, un grupo de geólogos de la Universidad de Utrecht, ubicada en los Países Bajos, anunció recientemente un fascinante descubrimiento: la localización del “continente perdido” de Argolandia.
Este continente perdido es en realidad un inmenso fragmento de tierra que se separó en el pasado del oeste de Australia cuando este formaba parte del antiguo supercontinente de Gondwana.
Gondwana era una masa de tierra que incluía no solo Australia, sino también Sudamérica, África, India y la Antártida.
Este emocionante hallazgo arroja nueva luz sobre la historia de la Tierra y la evolución de los continentes, proporcionando una perspectiva más completa de cómo se formaron y separaron a lo largo de millones de años.
En 2019, otro grupo de investigadores provenientes de las universidades de Utrecht y Oslo, junto con el Instituto de Geofísica ETH de Zúrich, logró realizar una impresionante reconstrucción de la historia del Gran Adria.
Este continente se encontraba ubicado hace aproximadamente 240 millones de años al sur de la Península Ibérica.
A pesar de que gran parte de este antiguo continente se halla sumergido en el Mar Mediterráneo, se han encontrado vestigios importantes en forma de piedras calizas y otras formaciones rocosas.
Estas evidencias se extienden desde la región de Turín hasta la punta de la bota que conforma la geografía italiana.
La conexión con el mar Adriático es la razón por la cual recibió su nombre, haciendo referencia a esta importante masa de agua.
Entre hace 100 y 120 millones de años, Gran Adria colisionó con la región que hoy conocemos como Europa.
Este impacto causó su fragmentación y el hundimiento parcial bajo el continente europeo.
De Gran Adria, solo un pequeño porcentaje de rocas, que fueron arrancadas durante la colisión, quedaron expuestas en la superficie terrestre para ser estudiadas por los geólogos. Estos restos constituyen ahora los cinturones montañosos de los Apeninos, algunas zonas de los Alpes, los Balcanes, Grecia y Turquía.
El continente de Zelandia, también conocido como Zealandia, Tasmantis o el continente de Nueva Zelanda, prácticamente quedó sumergido después de separarse de Asia hace aproximadamente 60-85 millones de años y de la Antártida hace unos 130-185 millones de años.
La mayor parte de este continente (alrededor del 90 %) finalmente se hundió en el océano Pacífico hace unos 23 millones de años.
En su máximo esplendor, Zelandia habría tenido una extensión de alrededor de 4 900 000 km², lo que lo hacía más grande que Groenlandia o la India en la actualidad, e incluso más grande que la mitad de Australia.
Se caracterizaba por su forma excepcionalmente larga y estrecha, que se extendía desde Nueva Caledonia en el norte hasta más allá de las islas subantárticas de Nueva Zelanda en el sur.
Actualmente, la mayor parte de Zelandia se encuentra bajo el agua, con Nueva Zelanda como la porción más grande que sobresale sobre el nivel del mar, seguida de Nueva Caledonia.
Estos hallazgos no solo han revelado los secretos geológicos de uno u otro continente perdido en la historia de la Tierra, sino que también proporcionan valiosas pistas sobre la evolución de las masas continentales y la dinámica de nuestro planeta a lo largo de millones de años.
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