Desde Singapur, el papa Francisco pidió un “salario justo” para los migrantes

Durante su visita, el papa Francisco hizo un llamado contundente para proteger “la dignidad de los trabajadores migrantes” y asegurarles “un salario justo”. En una etapa de 48 horas marcada por una serie de eventos significativos, el pontífice argentino abordó temas cruciales sobre justicia social, condiciones laborales y la necesidad de políticas que aseguren un trato justo para los más vulnerables.
En una declaración pronunciada ante las autoridades singapurenses, el pontífice subrayó la importancia de reconocer el valioso aporte de estos trabajadores, quienes desempeñan un papel esencial en la construcción y desarrollo de la ciudad-estado.

“Espero que se preste una particular atención a los pobres, a los ancianos, y a la tutela de la dignidad de los trabajadores migrantes que tanto contribuyen a la construcción de la sociedad”, dijo Francisco.
Singapur, conocido por sus imponentes rascacielos y su infraestructura avanzada, depende en gran medida de los trabajadores migrantes provenientes principalmente de Bangladesh, India y China. Estos trabajadores, que superan los 300.000 en el país, enfrentan condiciones laborales extremas, incluidas extensas jornadas cama adentro; y salarios que en muchos casos resultan insuficientes para cubrir sus necesidades básicas.
El contraste es marcado cuando se compara su remuneración con el ingreso bruto promedio en Singapur, que alcanza los 5.190 dólares singapurenses (aproximadamente 3.975 dólares estadounidenses), según datos del Ministerio de Mano de Obra de 2023.

El mensaje del Papa resonó tanto entre los trabajadores migrantes como entre las autoridades locales. Una trabajadora doméstica filipina, que prefirió mantener el anonimato debido a su situación laboral, expresó su gratitud por la atención del pontífice.
“Estoy muy contenta de que el papa haya elegido hablar de este tema. Aunque no aumenten mi salario, estoy al menos contenta de saber que el papa lucha y reza por nosotros. Realmente tiene un corazón para los pobres”, dijo. La mujer, de 34 años, gana 600 dólares singapurenses al mes, una cifra considerablemente baja en comparación con el estándar de vida en Singapur.
Por su parte, un portavoz del Ministerio de Trabajo de Singapur respondió a las críticas afirmando que las condiciones laborales han mejorado con el tiempo. “Los salarios en Singapur los determinan las leyes del mercado y no imponemos ningún salario mínimo a los trabajadores de Singapur, sean locales o extranjeros”, señaló el funcionario. Esta respuesta generó un debate sobre la eficacia de las medidas implementadas y la necesidad de políticas más inclusivas para garantizar la justicia social.
El papa Francisco, de 87 años, mostró una vez más su capacidad para conectar con la gente y fortalecer la fe a través de su presencia y mensajes. Al final del día, presidió una misa en el SportsHub, el estadio nacional de Singapur, ante una multitud de aproximadamente 50.000 fieles. Entre ellos se encontraban personas de diversos países, incluyendo India, Vietnam, Hong Kong y Birmania. La celebración fue un reflejo del impacto positivo del Papa en la comunidad global.
Francisco llegó al estadio en un carrito de golf, saludando y bendiciendo a la multitud en un ambiente de serenidad y alegría. Entre los asistentes, Bena Onyaco, una filipina residente en Singapur, destacó el papel del Papa como unificador: “Francisco se preocupa más por la humanidad y el medio ambiente en general. Lo veo como un papa que une a la gente”.

Genevieve Kamali, de 53 años y originaria de Fiyi, quien no pudo ingresar al estadio debido a la falta de entradas, compartió su experiencia: “El Santo Padre está a solo unos metros de distancia. Nos satisface simplemente escuchar su voz. La fe no es ver, sino creer.”
El papa Francisco fue recibido oficialmente en el Parlamento de Singapur, donde se le obsequió una orquídea con su nombre, la flor emblemática del país. En su discurso, el pontífice destacó la importancia de construir una sociedad basada en la “justicia social” y el “bien común”. Hizo un llamado a los líderes para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos mediante políticas de vivienda pública, educación de alta calidad y un sistema sanitario eficiente.
Aunque Francisco evitó abordar las críticas sobre el respeto a los derechos humanos en Singapur y la severidad de su sistema judicial, que aún aplica la pena de muerte, su visita ha sido significativa en términos de su compromiso con los valores de equidad y dignidad humana.
La visita del papa Francisco a Singapur marca el final de su gira de doce días por Asia-Pacífico, durante la cual ha recorrido 33.000 kilómetros y visitado cuatro países: Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. A pesar de los desafíos de salud y el ritmo frenético de su viaje, el Papa demostró una vez más su dedicación a difundir el mensaje de justicia social y a la protección de los más vulnerables.
 
CD / AFP / Gi


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