La inestabilidad de los técnicos bajo la dirigencia de Riquelme


La era de Juan Román Riquelme como presidente actualmente, y vicepresidente segundo y máxima figura del Consejo de Fútbol de Boca Juniors, estuvo llena de títulos locales y buenos momentos, pero también de una alarmante inestabilidad en el puesto de director técnico. 
Desde que asumió su rol dirigencial, pasaron seis entrenadores, todos con distintos perfiles, pero ninguno pudo consolidarse ni imponer una identidad futbolística clara que enamorara a los aficionados y al propio Riquelme, es por eso que la reciente renuncia de Diego Martínez, tras la derrota ante Belgrano en Córdoba, marca otro episodio en una gestión plagada de cambios y conflictos internos.
El primero en asumir bajo la gestión de Riquelme fue Miguel Ángel Russo, un técnico con historia en Boca y recordado por haber conseguido la Copa Libertadores en 2007 con un Riquelme en su máximo esplendor como jugador. La elección de Russo fue un intento de traer estabilidad y experiencia tras la salida de Daniel Angelici y Gustavo Alfaro.
Bajo su mando, Boca logró el título de la Superliga 2019-2020, arrebatándoselo a River en la última fecha en un cierre de campeonato memorable. Sin embargo, con el tiempo, los resultados comenzaron a desvanecerse y Russo fue despedido tras una serie de malos desempeños en la liga local y problemas en la Copa Libertadores. 
A pesar de los títulos obtenidos, su equipo nunca logró un estilo de juego convincente, y su salida marcó el inicio de una seguidilla de decisiones precipitadas.
Después, fue el turno de Sebastián Battaglia, el jugador más ganador en la historia de Boca, quien llegó al banquillo luego de una experiencia previa dirigiendo a la Reserva. Battaglia asumió en un momento crítico, tras una vergonzosa eliminación en la Libertadores 2021, y consiguió los títulos de la Copa Argentina y la Copa de la Liga 2022.
Sin embargo, a pesar de sus logros, Battaglia no pudo sobrevivir a las críticas por el bajo rendimiento del equipo y quedó envuelto en una salida turbulenta: fue despedido de manera insólita en una estación de servicio, una imagen que refleja la caótica relación entre el Consejo de Fútbol y sus entrenadores.
Sus críticas públicas por la falta de refuerzos, sumadas a la eliminación de la Libertadores 2022 ante Corinthians, terminaron por sellar su destino en el club.
Hugo Ibarra, otro histórico del club y excompañero de Riquelme en la época dorada, fue el siguiente en asumir el desafío. Con poca experiencia en el banco de Primera, Ibarra subió desde la reserva y se encontró con un equipo que nunca logró consolidar un patrón de juego estable.
A pesar de ganar la Liga Profesional 2022 y la Supercopa Argentina, sus falencias tácticas y las duras derrotas en finales clave, como las sufridas ante Racing en el Trofeo de Campeones y la Supercopa Internacional, terminaron por desgastar su relación con el Consejo de Fútbol, que finalmente decidió cesarlo de sus funciones a principios de 2023. Ibarra quería seguir, pero los resultados y el bajo rendimiento fueron determinantes para su salida.
Mariano Herrón, un hombre de perfil bajo y cercano a Riquelme desde su época en Argentinos Juniors, también tuvo su breve paso por el banco de Boca. Llegó como ayudante de Russo y luego se mantuvo en el cuerpo técnico de Battaglia, donde fue una opción interina mientras el club buscaba un técnico de mayor renombre para afrontar la Copa Libertadores. Su gestión fue breve y más bien testimonial, pero su figura es un ejemplo de la falta de claridad en la planificación del Consejo de Fútbol.
Tras la salida de Ibarra y el interinato de Herrón, Riquelme decidió apostar por Jorge Almirón, un técnico con un perfil ofensivo que siempre lo había atraído. Así y todo, Almirón llegaba con la sombra de una mala campaña en Europa y sin un historial reciente que respaldara su contratación.
Aunque tuvo un buen arranque en la Copa Libertadores y logró llevar a Boca a la final del torneo, su ciclo estuvo marcado por una mala campaña en la liga local y una serie de decisiones cuestionables que terminaron por desencadenar su salida. Almirón se fue tras la derrota en la final de la Libertadores 2023 ante Fluminense, y fue el primer técnico del ciclo Riquelme que no logró ganar un título con el club.
Finalmente, Diego Martínez fue la última apuesta de Riquelme para el banco de suplentes. Martínez, quien había tenido un buen paso por las inferiores de Boca y luego en primera, llegó al club tras una conflictiva salida de Huracán.
Su inicio fue prometedor, logrando una victoria clave ante River en los cuartos de final de la Copa de la Liga, pero poco a poco el equipo fue cayendo en un pozo de inconsistencias y conflictos internos. La eliminación en la Copa Sudamericana y los cruces con jugadores como Benedetto y Saracchi evidenciaron un vestuario tenso y descontrolado.
La derrota ante Belgrano en Córdoba fue la gota que rebalsó el vaso, y tras una reunión con el Consejo de Fútbol, Martínez decidió renunciar, dejando al club en una situación crítica y sin un rumbo claro.
La gestión de Riquelme como dirigente le trajo títulos y algunos momentos de gloria, pero la constante inestabilidad en el banquillo refleja una falta de proyecto a largo plazo. La rotación de entrenadores, los despidos abruptos y las decisiones tomadas bajo presión minaron la confianza en un ciclo que, pese a sus éxitos, no logró construir una identidad futbolística sólida.
Con la salida de Martínez, Boca enfrenta nuevamente la necesidad de reconstruir desde cero, en busca de un técnico que logre lo que ninguno pudo hasta ahora: estabilidad y un estilo de juego acorde a la rica historia del club.


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