Los insultos dirigidos hacia Cavani desde la tribuna, malinterpretando su rol en la continuidad del partido, evidenciaron la tensión en el ambiente. Sin embargo, Cavani mostró un gesto de respeto hacia la situación dramática que se vivía en el campo.
Posteriormente, durante una reunión entre los capitanes de ambos equipos y el árbitro, se discutió cómo proceder. José Sosa sugirió trasladar la conversación a un lugar más privado para evitar malentendidos con el público local. Se informó sobre el estado de salud de Altamirano, lo que generó un aplauso entre los hinchas de Estudiantes.
Finalmente, se decidió suspender el partido, priorizando la salud del jugador convulsionado sobre el desarrollo del juego. Tanto el cuerpo técnico como los jugadores de ambos equipos destacaron la actuación de Boca Juniors en el manejo de la situación.
Este incidente, que conmocionó al fútbol argentino, terminó evidenciando la solidaridad entre los equipos en momentos de crisis.