Desde que asumió la presidencia del Senado, Villarruel se ha propuesto que la institución funcione de manera eficaz, promoviendo la colaboración entre todos los sectores. Su estilo contrasta tanto con la gestión anterior de Cristina Kirchner como con la confrontación de Javier Milei.
En esta ocasión, Villarruel mostró su apoyo a la necesidad de que los legisladores reciban una remuneración adecuada, lo que refuerza su compromiso con un clima de diálogo y entendimiento en el Senado, a pesar de contar con un reducido número de senadores propios.
El gesto de Villarruel hacia la oposición dialoguista y kirchnerista, así como sus esfuerzos por alcanzar acuerdos, demuestran su voluntad de liderar el Senado de manera inclusiva y constructiva. A pesar de las críticas internas y de los desafíos, su objetivo es mantener el buen funcionamiento de la institución.
La reacción posterior al aumento, con presentaciones de proyectos para revertirlo, muestra la diversidad de opiniones en el Senado y la complejidad de la gestión de Villarruel. Sin embargo, su determinación por mantener el rumbo trazado y su compromiso con la transparencia y el diálogo se mantienen firmes.