El estado de Río Grande do Sul ha sido el más afectado, registrando la mayoría de las 148 víctimas fatales y 127 desaparecidos. La situación ha desplazado a miles, con más de 2,1 millones de personas afectadas, y más de 80.000 en refugios. La infraestructura regional, incluyendo carreteras y el aeropuerto de Porto Alegre, ha sufrido daños significativos.
El gobernador Eduardo Leite ha instado a los evacuados a no retornar a sus hogares en zonas de riesgo, enfatizando la gravedad y prolongación del desastre. Autoridades y servicios de emergencia están movilizados para gestionar las consecuencias, con miles de rescatistas trabajando intensamente en las operaciones de ayuda y rescate.
Se espera que la llegada de un frente frío agrave las condiciones para los evacuados, incrementando los desafíos para las operaciones de rescate y asistencia. La comunidad educativa y los servicios de salud se encuentran especialmente afectados, adaptando sus operaciones a la situación de emergencia.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha cancelado compromisos internacionales para centrarse en la gestión de la crisis, subrayando la seriedad del evento climático y su impacto en el estado de Río Grande do Sul y alrededores. Se sigue trabajando sin descanso en la coordinación de esfuerzos y en la planificación de la recuperación a largo plazo.
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