Las condiciones climáticas favorables, especialmente las lluvias recientes, han sido determinantes para esta mejora, recargando los perfiles de humedad necesarios para el cultivo. Estos factores climáticos, junto con la rentabilidad esperada, han influido positivamente en la decisión de los productores de incrementar la siembra.
El garbanzo había experimentado un notable crecimiento en Córdoba desde 2015, alcanzando un pico de 85.000 hectáreas en 2018. Sin embargo, las cifras cayeron drásticamente hasta 8.000 hectáreas en 2022, por lo que el actual aumento representa una significativa recuperación.
Además de las lluvias, la rotación de cultivos y la calidad de las semillas también han jugado un papel en la decisión de aumentar la siembra. Los productores esperan que estas condiciones continúen siendo favorables en los próximos meses, consolidando el camino de recuperación del garbanzo en la región.
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