En Nuevo México, dos personas murieron y 500 viviendas fueron destruidas debido a los incendios forestales que continúan asolando la región. Las autoridades trabajan para controlar los focos activos y brindar ayuda a las comunidades afectadas por las llamas.
Las condiciones climáticas secas y los fuertes vientos han contribuido a la rápida propagación de los incendios, complicando los esfuerzos de contención. Las evacuaciones están en curso, y se han establecido refugios temporales para los desplazados.
Equipos de bomberos de varios estados se han unido a los esfuerzos locales para combatir los incendios. Los daños a la infraestructura y al medio ambiente son significativos, con miles de hectáreas de bosque consumidas por las llamas.
Las autoridades han instado a los residentes a seguir las órdenes de evacuación y a mantenerse informados sobre las condiciones de los incendios. La comunidad está unida en sus esfuerzos de recuperación, con numerosos voluntarios ofreciendo su ayuda.
El gobernador de Nuevo México ha declarado el estado de emergencia, desbloqueando fondos adicionales para apoyar los esfuerzos de recuperación y asistencia. Los residentes afectados reciben apoyo en forma de suministros y servicios básicos.