El presidente Javier Milei ha implementado medidas para reducir la inflación en Argentina, tales como recortar el gasto público y detener la emisión monetaria del Banco Central. Esto ha llevado a una notable desaceleración en el incremento de precios, alcanzando una inflación mensual de 4,2% en mayo, la más baja desde febrero de 2022.
Sin embargo, estas políticas han tenido efectos adversos significativos en la economía argentina. La pobreza ha aumentado drásticamente, alcanzando el cincuenta por ciento, y el país está inmerso en una profunda recesión económica. El desempleo también ha crecido, con la pérdida de casi doscientos setenta y cinco mil empleos en el primer trimestre de 2024.
El consumo ha caído notablemente, afectando tanto a la canasta básica alimentaria como a la canasta básica total. Las familias necesitan alrededor de ochocientos cincuenta y un mil pesos mensuales para no caer en la pobreza, lo que afecta a unos catorce millones y medio de personas en áreas urbanas.
El sector de la construcción, tradicionalmente un motor de empleo, ha sufrido una contracción significativa, con una caída del treinta y siete por ciento en abril y un acumulado del treinta y dos por ciento en el primer cuatrimestre del año.
El futuro económico de Argentina parece incierto, con el Banco Mundial proyectando una contracción del PIB del 3,5% en 2024, aunque se espera un repunte del cinco por ciento en 2025. Sin un crecimiento económico sostenible, las medidas de Milei pueden resultar insuficientes para mejorar las condiciones de vida de los argentinos.